Desarrollar la inteligencia emocional: la clave para gestionar las emociones y la resiliencia en el trabajo.
- Dan Mena Psicanálise
- 29 sept 2024
- 12 Min. de lectura
Cómo el psicoanálisis y el autoconocimiento mejoran la capacidad de afrontar desafíos emocionales en tiempos de incertidumbre.

"La verdadera inteligencia emocional surge cuando se acepta el caos interior, no se evita". —Dan Mena
Hace años, cuando trabajaba en Ford, era responsable de formar a los equipos de ventas. En una ocasión sucedió algo que nunca he olvidado. Estaba a punto de comenzar una importante formación de un grupo de más de 150 candidatos seleccionados que esperaban ansiosos su primer contacto con las directrices, y estrategias de la empresa. Antes de comenzar me di cuenta que había olvidado mi soporte y materiales audiovisuales. Obviamente podía improvisar, pero había datos esenciales que contenían información importante que no recordaría. En ese momento me invadió el pánico que se apoderó de mí, mi cabeza empezó a jugar muchos escenarios catastróficos.
Fue entonces, en ese momento, que recordé un ejemplar que había leído unos meses antes: “Inteligencia Emocional” de Daniel Goleman, libro publicado en 1995. En ese momento, era una obra revolucionaria, que retomaba la importancia de lidiar con nuestras emociones de manera más consciente y efectiva. El autor sostenía que las personas emocionalmente inteligentes son aquellas capaces de reconocer sus sentimientos, y también los de los demás, además de ser capaces de afrontar shocks y momentos críticos como el que relato, razón por la que recordé el libro.
Ese recuerdo fue decisivo para que me calmara. En lugar de sucumbir al pánico, recordé un pasaje que decía algo así como: "La capacidad de retrasar la gratificación es un signo de madurez emocional". Algo que había interpretado así; Resistir la tentación de satisfacer los deseos de forma inmediata a cambio de beneficios a largo plazo está vinculado al desarrollo de la madurez emocional. Esto me hizo comprender que las personas emocionalmente maduras son realmente capaces de controlar los impulsos y tomar decisiones más amplias y asertivas, en lugar de ceder ante el momento de desequilibrio. Así que estuve allí, frente a la oportunidad de practicar verdaderamente esta premisa. Respiré hondo, miré a mi alrededor el bullicio de la gente y reconocí mi miedo. Poco a poco recuperé el control y la calma volvió. Llamé rápidamente a un supervisor, me comuniqué con los muchachos y en 40 minutos el material estaba sobre la mesa y todo salió según lo planeado.
Este escrito me enseñó que, en momentos de crisis, el control emocional no está en eliminar el fantasma o la ansiedad afectada, sino reconocer que esas conclusiones psíquicas tienen poder, sabiendo que podemos revertirlas en acciones constructivas internalizadas. Ese día, lo que pudo haber sido un completo desastre para mí, se convirtió en una lección práctica para mi vida, algo que ahora enseño, no sólo a mis pacientes, sino que también aplico personalmente.
Eso es lo que quiero sacar a la luz en este artículo. Veo que la inteligencia emocional, término que popularizó y acuñó Goleman, va mucho más allá de una simple habilidad social. Está conectado con el autoconocimiento, algo de lo que hablaba Freud respecto a las fuerzas inconscientes que sabotean nuestras intenciones conscientes. Al desarrollar un mayor autoconocimiento, podemos identificar y comprender estas fuerzas ocultas, que nos permiten actuar de una manera más alineada con metas y deseos conscientes, minimizando este boicot interno.

“En psicoanálisis el poder no está en eliminar el miedo, sino en escuchar lo que nos enseña”. — Dan Mena
Vivimos en un mundo donde las presiones y las incertidumbres son constantes, ya destacó Bauman el tema, describiendo nuestra sociedad como “líquida” y en constante cambio. Lo que alguna vez fue predecible y estable hoy se disuelve rápidamente y, en medio de esto, las emociones pueden parecer fuera de control y sueltas. Por eso, basta de introducción, profundicemos en el concepto y su aplicación práctica, utilizando tanto herramientas psicoanalíticas como descubrimientos contemporáneos, te guiaré para desarrollar esta capacidad. Parafraseando a Winnicott, "la verdadera madurez emocional reside en nuestra capacidad de tolerar la frustración y el sufrimiento sin desmoronarnos".
Te invito a reflexionar: ¿Cómo manejas tus emociones cuando te sientes presionado? ¿Alguna vez te has detenido a pensar en cómo estos desplazamientos e impulsos moldean tus decisiones? Profundizaremos en estos temas, te presentaré herramientas y te guiaré en la construcción de una inteligencia emocional sólida, capaz de mejorar tu resiliencia. Esto nos lleva a la pregunta principal de este tema: ¿Qué significa realmente tener inteligencia emocional? En estos tiempos de gran imposición social y desafíos constantes. Richard Sennett, en su análisis del “hombre flexible”, aborda las transformaciones en las relaciones laborales y la identidad en esta época. La plasticidad y la versatilidad, dice, son una característica valorada en la economía progresista, que nos lleva a una adaptación constante a las demandas del mercado. Si bien esta adaptabilidad puede verse como una ventaja, resalta los costos emocionales de su aplicación. Este hombre que menciona, que enfrenta todo tipo de inseguridad, incertidumbre y falta de compromiso, tanto en sus relaciones profesionales como personales. Esta dinámica resulta en un sentimiento de desplazamiento y fragilidad, donde nuestra búsqueda de identidad y estabilidad se convierte en un desafío diario, en un mundo que vive cambios vertiginosos.
“Tolerar la frustración sin desmoronarse es el arte de sobrevivir al flujo incesante de la incertidumbre”. — Dan Mena
Puedo decir que todo esto va mucho más allá de simples técnicas superficiales. Implica el autoconocimiento y la capacidad de conectar con nuestras emociones, por muy incómodas que sean. Reprimidos, pueden causarnos un gran sufrimiento, ya que surgen de deseos e incitaciones que conscientemente intentamos evitar, por lo que en lugar de restringirlos o negarlos, debemos confrontarlos.
¿Cuántas veces nos hemos visto dominados por emociones, sentimientos y perturbaciones mentales como el miedo, la ira o la tristeza? Cuando esto sucede, nos preguntamos ¿qué hay realmente detrás de ellos? Jung las llamó “sombras”, siendo aquellos aspectos de nosotros mismos que preferimos ignorar o no reconocer, pero que, de hecho, moldean gran parte de nuestro comportamiento diario. Desarrollar la inteligencia emocional y gestionar estos estímulos e incentivos son como un resorte que impulsa tanto el bienestar como incide positivamente en la rehabilitación. Es en nuestra capacidad de tolerar la decepción y el sufrimiento que podemos alcanzar la madurez. Esta es la llave que abre este secreto, por tanto, superar tus síntomas no radica en evitar su manifestación, sino en aprender a integrarlos de forma saludable.
Como el viaje emocional que todos atravesamos en algún momento, incluso de forma repetida. Por lo tanto, observemos atentamente cómo afrontamos situaciones de estrés, vergüenza, imposición, influencia, intimidación, opresión y violencia. ¿Cómo reaccionamos cuando parecen tomar el control de nuestras vidas? Buena lectura.
Cómo desarrollar habilidades para mejorar el bienestar y la resistencia al cambio.
Creo que la inteligencia emocional y el dominio de las emociones no sólo impactan nuestra calidad de vida, sino que también tienen un efecto aterrador en nuestra psique.
“La gestión emocional es un acto de valentía, que transforma el dolor en aprendizaje y la fragilidad en fortaleza”. —Dan Mena
¿Qué es la inteligencia emocional desde una perspectiva psicoanalítica?
En términos de conceptualización, es nuestra capacidad para lidiar con el “yo” (el ego) y el “otro” (el entorno externo). Al comprender nuestras perturbaciones y las de los demás, navegamos por un mar que incluye tanto nuestros impulsos inconscientes como las exigencias de la realidad. Nuestra civilización depende de la capacidad de cada individuo de renunciar a determinadas satisfacciones inmediatas. Esta capacidad es, en cierto modo, un precursor desencadenante de lo que hoy entendemos como autocontrol. La autoconciencia, uno de los pilares de este prisma, puede interpretarse desde un punto de vista analítico, como una forma de acceder a nuestro inconsciente y a los aspectos subversivos de la mente.
Beneficios de la Gestión Emocional en la Vida Diaria.
Esta gestión, por su naturaleza, es un ejercicio continuo de equilibrio entre el yo y el ello (fuerzas internas del deseo) y el superyó (normas sociales y morales). Cuando conducimos estos movimientos de manera efectiva, no sólo contenemos nuestros impulsos, sino que también entendemos su origen, así como cómo están entrelazados y relacionados con nuestra identidad. En su investigación, Carl Jung observó que “lo que resistimos persiste”. Cuando luchamos contra las sensaciones y la estima, sin poder comprenderlas, perpetuamos el ciclo de la represión. No se trata sólo de tomar control de ellos, sino también de crear un espacio amigable para su reconocimiento y validación. La verdadera perseverancia surge de nuestra articulación, competencia y capacidad para mirar nuestras heridas psíquicas: sus traumas y el dolor que nos causaron. Aceptar su significado, por doloroso que sea, es un gran paso hacia su transposición. Esto me recuerda a Winnicott, hablaba del concepto de “madre suficientemente buena”, que simboliza la capacidad de afrontar las frustraciones. Se refiere a la idea de que una madre (o cuidadora) no necesita ser perfecta para crear un ambiente saludable para el desarrollo del niño. Sería, por tanto, aquel que satisfaga consistentemente las necesidades básicas del bebé, pero que permita abrir ese espacio para identificar fracasos y fracasos, básico para el aprendizaje y la formación de esa adaptabilidad necesaria. Este enfoque enfatiza que la calidad y la dedicación ofrecidas no residen en el acto perfecto, sino en el dominio de ofrecer el apoyo adecuado y estar presente, lo que permite que este niño desarrolle un mejor sentido de sí mismo y se convierta en un individuo adaptado de forma independiente. Esta lectura también sugiere que el error y la imperfección pertenecen a una parte natural del proceso de crecimiento, que contribuye a la salud emocional a largo plazo.
“La imperfección es una aliada en la cadena de la evolución; acoger nuestras heridas es el primer paso hacia la adaptación emocional”. — Dan Mena
Estrategias para mejorar la inteligencia emocional.
Sugiero que cualquier progreso en esta dirección comience con la observación de patrones subconscientes. La terapia psicoanalítica es un método de “autoconciencia guiada”, en el que el paciente-cliente se vuelve cada vez más capaz de identificar sus modelos emocionales, aquellos que dirigen sus acciones. Prácticas como el mindfulness y el yoga son muy útiles, pero prefiero entenderlas como herramientas auxiliares para esta percepción, no sólo del presente, sino del flujo de pensamientos que surgen del inconsciente. Uno de los grandes nombres del psicoanálisis contemporáneo, Wilfred Bion, habló sobre la importancia de “pensar pensamientos” y la relevancia de la metacognición, la capacidad de reflexionar sobre nuestras demandas al pensar. Por tanto, esto implica claramente no sólo tener pensamientos, sino, en caso contrario, ponderarlos y cuestionarlos, comprendiendo sus implicaciones. Al “pensar pensamientos” incorporamos conocimientos sobre la conciencia crítica, lo que nos permite distinguir entre aquellas ideas que son automáticas y otras que son absolutamente deliberadas. Este ejercicio nos conducirá a una mejora significativa en la toma de decisiones, la resolución de problemas y una gobernanza firme. Estos recursos cooperan en todo el contexto, ayudando a comprender cómo se crearon nuestras creencias. Otra estrategia probada es el despliegue de la empatía a través de la escucha. En la clínica nos damos cuenta de que la intropatía no es sólo una respuesta superficial, sino una escucha profunda, que considera las capas emocionales y el subconsciente del otro.
Resiliencia emocional y psicoanálisis.
Cuando perdí a mi madre en la pandemia necesité apoyo, fue entonces cuando miré el trabajo de Melanie Klein y su concepto de “posición depresiva” reflejó bien el momento delicado que estaba pasando. Ella me hizo darme cuenta a través de su trabajo que los objetos de nuestro afecto, en este caso mi amada madre, eran íntegros, malos, que aunque ella era la persona más importante en mi existencia, nuestro vínculo contenía aspectos buenos y malos. Durante este período de duelo, comencé a experimentar sentimientos de tristeza y culpa, hasta que reconocí que muchas de mis acciones a lo largo de mi vida, (aunque siempre había sido muy cuidadosa con ella), podrían haberla lastimado, de ahí el probable remordimiento. . Fue aceptando y acomodando estos sentimientos que pude incorporar estas prerrogativas, donde maduré, aprendiendo a lidiar con la pérdida de esta separación terrenal dolorosa e irreversible. La posición depresiva no se trata sólo de sufrimiento, sino de la capacidad potencial de amar, de preocuparse por ese otro y de afrontar la realidad emocional con mayor complejidad. En los niños, la verdadera superación no reside en evitar la angustia, sino en desarrollar la capacidad de soportar el dolor de la pérdida, la metanoia y el conflicto interno, integrando todo ello por completo, hasta transformarlo en crecimiento.
Este atributo que nos permite recuperarnos de los reveses emocionales está vinculado a nuestra capacidad de “superar el dolor”, ya sea por una pérdida literal o simbólica (como un sueño fallido, una expectativa perdida). En cualquiera de estas hipótesis, lo que siempre está en juego es nuestro deseo más íntimo, la incompletitud literal como parte inherente de nuestra condición de vida.
“Tener pensamientos, como propuso Bion, es un ejercicio vital que distingue entre lo automático y lo deliberado”. — Dan Mena

Inteligencia emocional y lugar de trabajo.
En el lugar de trabajo, la inteligencia emocional suele verse como una habilidad práctica, pero también tiene implicaciones. Cuando lideramos o colaboramos con otras personas, a menudo entramos en contacto con "dinámicas transferenciales". Estas mecánicas ocurren cuando comenzamos a transferir sentimientos, deseos y expectativas de relaciones pasadas. Esto significa que reaccionamos ante las personas como si se tratara de personajes importantes de nuestro pasado. Estas implicaciones pueden ser positivas o negativas, pero siempre reflejan un comportamiento previo que aún no ha sido del todo elaborado. A través de esta transferencia, revisitamos viejas heridas y patrones, que pueden generar ruido profesional. Permitir que el acceso interior sea reelaborado y, eventualmente, resignificado, mejora el desempeño en el ambiente de trabajo. Las tensiones y conflictos que surgen revelan nuestros deseos inconscientes, principalmente ansiedades proyectadas en los demás, que nada tienen que ver con nuestro pasado. Las emociones inconscientes pueden influir significativamente en el funcionamiento colectivo. Cuando hablamos de gestionar las emociones en el trabajo, hablamos de cómo cada individuo aborda sus propias proyecciones en un contexto más amplio.
“Gestionar las emociones profesionales implica comprender cómo las proyecciones personales afectan al colectivo, moldeando la dinámica de todo el equipo”. —Dan Mena
El desafío de navegar por las aguas de la emoción.
Para concluir, queridos lectores, aprendemos que la inteligencia emocional no es sólo una habilidad que hay que adquirir, sino que sin duda será un viaje de inspiración y autodescubrimiento. Sin embargo, al ignorar nuestras partes sufrientes, corremos el riesgo de permitir que se manifiesten pulsos censurados, que actúan de manera destructiva. Por lo tanto, es importante reconocer que muchas veces fuerzas internas operan y nos gobiernan, tomando en consecuencia la dirección. Esta conciencia nos permite abordar el problema en su forma cruda, antes de que se transforme en sentimientos organizados y comprensibles. Esto nos da una idea de la dimensión y magnitud de comprender el origen de nuestras reacciones.
Surge una pregunta: ¿Cómo podemos desarrollarnos emocionalmente en una sociedad que parece empujarnos hacia el descontrol y la inmediatez?
Creo que el primer paso para ampliar este saber hacer de tolerar la incertidumbre es reconocer el lugar donde la imprevisibilidad es la norma y la incertidumbre y las vulnerabilidades están presentes constantemente. Algo que puede resultar paralizante, pero también una ventana al autoconocimiento.
¿Qué hacer ante tanto remilgo, desprotección y destructibilidad?
“En una sociedad que valora la inmediatez, la verdadera habilidad emocional reside en tolerar la incertidumbre y aceptar nuestras debilidades”. — Dan Mena
En lugar de encerrarnos en una postura defensiva, sugiero que elevemos nuestro potencial utilizando la autocomprensión. Debemos aprender a escuchar, acoger, escuchar nuestro inconsciente, enfrentar lo que nos desestabiliza y, como propone el psicoanálisis, encontrarle sentido al dolor. Es en esta introspección donde se encuentran las respuestas a nuestras ansiedades. Al mirar hacia el futuro, queda otra pregunta. ¿Estamos preparados para vivir en una comunidad donde las emociones son tan actuales como los cambios que nos rodean? ¿Cómo podemos cultivar la inteligencia para adaptarnos, sin perder nuestras raíces culturales y sociales?
“En el abismo de las conmociones restringidas encontramos la clave de nuestra liberación, pero esto requiere coraje para afrontar el caos interno”. — Dan Mena
En el fondo, detrás de cada sensación de asfixia, hay un abismo que, ignorado, nos consume lentamente. En este precipicio se encuentra la clave de nuestra liberación. No se trata sólo de controlar las emociones, sino de afrontar el caos original y primitivo que nos habita. Bueno, coraje para sumergirnos en ello, permitiendo que las sombras de la oscuridad nos abracen mientras caemos. Porque al final de su acantilado, en la oscuridad de nuestra propia alma, encontraremos la luz divina que nos guiará.
Al poema: El arte de la emoción
Por Dan Mena.
En tiempos de prisa y angustia,
La vida fluye como un río en confusión.
Corazones latiendo en busca de paz,
Entre miedos y dolor se hace el camino.
"Abraza el miedo", enseña el corazón,
Transformar el dolor en aprendizaje y acción.
Reconoce la sombra, lo que hay detrás,
En la fragilidad se crea la fuerza.
En el duelo de la vida encontramos la luz,
Entre el amor y la pérdida conduce el camino.
De cada frustración daré un paso,
El arte de vivir reaprendiendo a amar.
La tormenta puede sacudirnos,
Pero, en el fondo aprendemos a volar.
Con coraje y fe desafiamos el destino,
En la danza de la vida es bueno seguir lo divino.
Y cuando el silencio te haga compañía,
En la introspección encontramos la poesía.
Entre lágrimas y risas, hay belleza en el dolor,
La vida es un ciclo de clamor eterno.
¿Cómo afrontar la presión que trae ahora?
Las emociones giran, como la luz que se crea.
Con empatía y valentía, luchemos codo con codo,
En la sinfonía de la vida, abracémonos.
Con inteligencia emocional podemos resurgir,
En la tormenta de la vida siempre hay un futuro.
Con el corazón abierto dispuesto a sentir,
Y al final del viaje, llega la esperanza.
Hasta pronto, Dan Mena.
Miembro Supervisor del Consejo Nacional de Psicoanálisis desde 2018 — CNP 1199.
Miembro del Consejo Brasileño de Psicoanálisis desde 2020 — CBP 2022130.
Dr. Honoris Causa en Psicoanálisis de Christian Education University - Departamento de Educación de Florida - Estados Unidos. Inscripción H715 - Registro H0192.
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